6 ene 2020

Censura en Twitter y el descubrimiento de una nueva red social: No hay mal que por bien no venga

Durante años, he tenido varias cuentas en la red social Twitter. Mi entrada en esa red social fue casi casual a raíz del ataque de EEUU contra Libia en 2011. Tras unos meses sin utilizar la plataforma, acostumbrado a Facebook y considerando un corsé los 140 caracteres, volví para twittear sobre las manifestaciones de 2012, fundamentalmente. Fue ello lo que me hizo quedarme en Twitter y acabar consolidando mi presencia en esa red. Acabadas las manifestaciones y el ciclo movilizador de 2011-2014 y tras considerar qué podía ofrecer yo para diferenciarme de las cuentas que leía, que todas hablaban más o menos de lo mismo (siempre de aquello que los medios de comunicación convertían en tema de debate), decidí que lo que podía hacer era hablar de Historia y de política de países socialistas. Fue así como surgió "Profe Rojo" o "Al Otro Lado del Muro", nombre este último que hizo que me confundieran con una telenovela y viviera alguna de las anécdotas más graciosas que he vivido en esa red social. 

Pero es de lo poco gracioso. La realidad es que la dinámica de esa red social ha acabado siendo la contraria: Aprender a decir las cosas de una manera que pueda no dejar resquicio a la malinterpretación o que te monten un flame. En estos años, las amenazas, insultos, barbaridades e incluso calumnias (borradas despues, en algún caso con disculpa, en otros sin ella) han sido mi realidad en una red social en la que se supone que se trata de tener una conversación. Si no la quieres tener, puedes optar por el silencio y por bloquear. Y como una vez bloqueas no vuelves a leer, ojos que no ven, corazón que no siente.

Esto debería ser lo normal. Pero no lo es. De hecho, incluso cuando tú respondes a alguien mediante cita (si quieres debatir públicamente algo) generalmente se acaba interpretando como un linchamiento e incluso te llegan a culpar de lo que otras personas puedan decir como si tú tuvieras la responsabilidad de las opiniones de todos los que te siguen. Sucede también que quienes más se suelen quejar de que otros linchan son expertos en el arte del linchamiento. Esto viene a ser como la "mierda", que solo huele la de los demás, pero la tuya no. 

Desde un determinado tiempo, Twitter ha adquirido relevancia relativa (nunca debemos olvidar que solo un 10% de la población está allí) y su política de restricción de cuentas ha ido siendo cada vez más dura y cada vez más selectiva. Han llegado a cerrar cuentas de Ministerios venezolanos, de diarios cubanos o de la Presidencia siria, de gobiernos no afines a Estados Unidos, de periodistas sociales, de cientos de miles de tuiteros de izquierdas en todo el mundo mientras Twitter tiene pleno conocimiento del uso de bots en la red por partidos, movimientos e incluso gobiernos (sin ir más lejos, las 300.000 cuentas creadas para respaldar el golpe en Bolivia) o del uso coordinado de grupos y reportes para tumbas cuentas. En mi caso, en solo cinco meses, me han tumbado tres cuentas: una con 123.000 seguidores, otra con 46.000 y otra con 15.000.

Tras ello, movido por el cabreo de tantas horas tiradas a la basura, decidí, a recomendación de algunas personas que me respaldaron tras la censura de Twitter, probar temporalmente en una red que se le parece mucho, pero que no tiene nada que ver en realidad: Mastodón. De hecho, el asunto llegó a saltar a la prensa (imagino que no tendrían muchos temas de los que hablar en Navidad) y se creó un hastag #YoMigroAMastodon. 

Tras varios días en aquella red social, hay muchas cosas que posiblemente la hagan triunfar en un futuro. El primero y fundamental: La seguridad. Mastodón no te pide los datos personales para registrarte, tan solo un correo electrónico, preservando así la intimidad y seguridad de los usuarios.

El segundo, la neutralidad existente en Mastodon. En Mastodon no estás en manos de una empresa centralizada y norteamericana como Twitter, donde numerosas cuentas de países no occidentales han denunciado censura contra sus publicaciones. En Mastodon, incluso, puedes crear tu propia instancia con tus normas y evitar cualquier tipo de censura. Incluso se puede crear una instancia desde un país extranjero (lo que podría burlar determinada legislación represiva en materia de opinión).


Pero sobre todo el ambiente: Recuerda mucho al Twitter de los primeros años, donde se podía hablar y debatir y usarse para la conversación y el distendimiento. El buen ambiente de allí difiere a la crispación, el linchamiento y el mal rollo imperante en Twitter, que en mayor o menor medida te acababa contaminando. Allí hay gente que habla de política y gente que lo usa de pasarrato, sin que ello sea un problema. Además consta de tres ventanas: Una donde lees a la gente a la que tu sigues, otra donde lees todo lo que publican en tu instancia local (ej: mastodon social, en mi caso, mastodon.cat o mastodon.eus en otros, etc) y una mundial donde lees los toots (así se llaman en Mastodon). El ambiente de buen rollo entre los "mastodonters" se acaba contagiando. Cuando alguien entra con ganas de crispar se le suele ignorar o le "josean" (una forma de interacción allí donde se dice algo parecido a quien dice algo, bromeando). 

No existe posibilidad de citar, de modo que, la forma de responder a otra persona invita a un debate a dos al que luego pueden sumarse más personas y no a la exposición pública. Puede ser menos efectivo, pero evita el efecto linchamiento con el que algunas personas usan la citación en Twitter. Además, otro hecho muy positivo es la no visualización directa de los impulsos y faveos (equivalentes al retweet o al me gusta de Twitter), salvo que te molestes adrede en entrar en el tweet. De esa forma, la lucha de egos que en muchas ocasiones fomenta la esclavitud del fav en redes sociales se evita, democratizando la conversación (todos los mensajes tienen el mismo valor). 

Y por último, la posibilidad de debates o tratar temas que en Twitter acaban monopolizados por el algoritmo y los medios de comunicación. Eres tú quien decides lo que lees. En Mastodon no existe el algoritmo, no hay anuncios de casas de apuestas, lo cual jugaría a favor de la juventud que ingresa en redes sociales de microbloggin (en Twitter todas las semanas hay etiquetas promocionando el juego y quienes rechazan las casas de apuestas pocas veces hemos hecho hincapié en este hecho)

Lo que en principio era una mudanza por cabreo, seguramente temporal, se transforma en definitiva. Por las razones expuestas. Es cierto que el timeline podría contar con más gente, pero algunos no olvidamos como empezó Twitter, cuando apenas nadie lo usaba hasta que se generalizó.su uso. Conforme más gente sufra la censura y la invisibilidad que puede aplicar Twitter desde el 1 de enero, más gente, sobre todo aquellos que creen en actuar de forma coherente a lo que defienden, acabarán recalando en Mastodon. El tiempo dirá, pero nada se pierde por probarlo. Ojalá sean muchos quienes lo hagan y no haga falta nuevas censuras de la empresa del pajarito para que algunos se den cuenta. Y es que si de algo me arrepiento en Twitter es no haber usado la cuenta en su día para denunciar el cierre de otras cuentas de un modo más activo.

Me podréis seguir leyendo en esta cuenta de Mastodon, en este canal de Telegram y aquí.