1 ene 2019

1 de enero de 2019: Homenaje a los mineros

Acabamos de entrar en un nuevo año. Lo que para muchos es una fecha feliz, una nueva etapa, en algunas comarcas de Asturias y León es el fin de 200 años de Historia y tiene una importancia que muchos olvidan y que conviene recordar.

Hoy es el día en que las minas de carbón de Asturias, León y Aragón cierran para siempre. Hoy es el día en el que la agonía prolongada y la matanza sistemática a las comarcas del Nalón, del Bierzo y de Laciana se consuma. Es el día en el que la Historia cierra de forma ingrata una página sin la cual no se entiende la Historia Contemporánea de España.

Habrá muchos que lo celebren y lo aplaudan. Muchos, desconocedores que, con el cierre de minas, el aumento de consumo y quema de carbón no ha dejado de subir, pero de carbón extranjero que llena los bolsillos a importantes fondos de inversión y a las eléctricas. Yo también fui ecologista en su tiempo, hasta que vi la gran patraña que es el 90% del ecologismo (el que no es anticapitalista) en Europa: Lavada de cara a las empresas, agresividad con los débiles y silencio con los poderosos. Pequeña burguesía pija de ciudades, desclasados e ingratos, que levantaban la voz a favor del cierre de minas en España mientras con las petroleras se mostraron siempre dóciles. Total, contaminan el 75%, pero la culpa la tenemos todos, porque no reciclamos o por llevar un coche, no un sistema capitalista que depreda recursos, que cierra minas aquí y las abre en Colombia mientras se viste de ecologista (basta ver la propaganda de Iberdrola o Endesa, mientras aumentan su compra de carbón colombiano o sudafricano, obtenido con una explotación sinigual). Palabrería barata que esconde la necesidad de gran parte de la burguesía de buscar nuevos oficios más rentables en finanzas o internacionales que la explotación de recursos de la zona. Daría para otro escrito, pero no es el momento.

Durante 200 años el carbón de Asturias y León fue clave para la industrialización de Euskadi o Cataluña primero y del resto del país después o el auge de Madrid como capital. Sin ello, no se entendería el proceso que mete a España en la Revolución industrial. Ahora, el pago a esa contribución es el desprecio insultante y el olvido de esas comarcas de León y Asturias que se desangran y mueren en el olvido, acusadas por muchos de subvencionadas y despreciadas por otros. La ingratitud y la falta de memoria histórica permite a algunos hablar sin conocer el papel clave de esas regiones.

Pero si de algo me acuerdo y me importa no es las minas ni la asquerosa burguesía ovetense o leonesa, son generaciones de mineros sin las cuales no se entiende todo eso que he hablado anteriormente. Miles y miles de hombres de varias generaciones cuyo esfuerzo y sudor ha cambiado este país y sus diferentes zonas, cobrando un salario que no compensaba las muertes en la mina ni las enfermedades que destrozaban la vida de los mineros. Miles de hombres olvidados a los que yo en este escrito quiero homenajear.

Porque si hubo un colectivo que fue ejemplo de lucha y de movilización en todo el Estado, si hubo un colectivo cuyas movilizaciones y huelgas, reprimidas a tiros por la Guardia Civil desde mediados del siglo XIX, si hay un colectivo cuya lucha hizo mejorar las condiciones de todos los trabajadores, fuesen camareros, pintores, artesanos, vendedores o cualquiera que fuese el oficio, esos fueron los mineros. La lucha de los mineros fue el caballo de troya contra una burguesía enriquecida que mantenía a los obreros en la miseria y la indigencia, el terror de la burguesía a cada movilización minera no ha sido olvidado a día de hoy. En esencia, el desmantelamiento de las minas es un triunfo de los ricos y los adinerados: Desaparece su bestia negra durante el siglo XX, los que en no pocas ocasiones hicieron sentir con más fuerza que podían arrebatarles todos los privilegios de cuna.

Los mineros fueron los precusores de la jornada laboral de 8 horas en España. Los que consiguieron por primera vez que se estableciese un derecho a retiro, los que abrieron paso a que todos los trabajadores cobrasen durante su estancia en el hospital o enfermos. Los mineros fueron los hombres que prendieron la mecha del socialismo en los años 20, los responsables de la Revolución de Asturias, los responsables de la sublevación comunista de 1933 en Fabero, los que impidieron a Franco tomar el control de Asturias y hacer que fuera el último territorio del norte de España en ser perdido para la República Española y el Frente Popular. Los mineros fueron quienes ganaron por primera vez desde la Guerra civil a Franco con la "Huelgona" de 1962. Las conquistas laborales y sociales de los mineros repercutían en mayor o menor medida en la clase trabajadora. Hoy lo sigue haciendo, aunque quienes les desprecian y les odian y su forma de vida han perdido rápidamente derechos conquistados por los mineros con sangre y muchas vidas.

En este periplo fueron muchos los mineros que perdieron la vida: no sólo durante el trabajo, en un número que se calcula en miles de ellos, sino también durante la represión feroz que la Guardia civil o la policía política de los diferentes regímenes políticos ejercía a cada protesta minera o a cada levantamiento revolucionario huelguista. Unas vidas a las que no tendremos décadas para agradecer muchas de las cosas que existen hoy gracias a ellos y que algunos se han encargado de que olvidemos de forma deliberada.

Lo que no pudieron en 150 años las palizas en el cuartel, el asesinato a tiros, la represión feroz o el látigo del patrón, lo pudo el PSOE y los "sindicatos mineros", haciendo la labor de infiltración dentro de esa minería, aprovechando la tradición histórica del PSOE en Asturias como "el partido de la Revolución". El uso de un lenguaje proletario (nunca se me olvidará la anécota de un alcalde del PSOE en 2012 hablando de lucha de clases y proletariado en una etapa de la Marcha minera) mientras se desmantelaba la minería y el número de mineros pasaba a 56.000 a 5.000, con el caramelo envenado de las prejubilaciones y el dinero destinado a empresarios de los Fondos Mineros que no han servido para la zona más que para llenar los bolsillos a una piara de golfos, ladrones y sinvergüenzas.

En 2012 cuando tuve el honor de apoyar la lucha minera y conocer en persona a mineros de Asturias y León y cuando empezó la puñalada lenta y dolorosa de la reconversión forzada y forzosa pisó el acelerador, empezó una agónico desangramiento de aquellas comarcas y de la minería. En los años siguientes, silenciados y olvidados en el resto del país, las comarcas mineras iban hundiéndose mientras el carbón extranjero de sangre de los pozos colombianos no dejaba de llegar, haciendo las delicias de Goldman Sachs y las eléctricas. Los mineros seguían luchando, pero su escaso número y el veneno de las prejubilaciones hizo su efecto, inyectado veinte años atrás, junto a la asquerosa campaña de desprestigio iniciada por toda la prensa, desde la más "progre" a la más ultraderechista.

Esa agonía acaba hoy con la puñalada al sector y las últimas prejubilaciones y el cierre de minas, con una paradoja insultante: Las centrales térmicas contaminarán más que nunca el aire de Asturias y León en estos 40 años, pero ni uno solo de los obreros de la zona será beneficiado por ello. A ellos, a la gente de esas comarcas, por cuyas venas corre la historia de la minería, solo les espera la muerte, el abandono del lugar o malvivir en el raquítico sector turístico. Un final que no se merecían los herederos de quienes lograron muchas de las conquistas sociales y laborales que hoy disfrutamos millones de personas, incluídos esos ingratos que miran a los mineros con desprecio y asco.

Dice un dicho popular que "es de bien nacidos ser agradecidos". Gracias a todas esas generaciones de mineros por toda su lucha y su sangre derramada para hacer de este país un lugar más decente. Algunos nunca lo olvidaremos e intentaremos que otros no lo olviden


Decidicado desde el afecto y el aprecio a todos esos amigos de las Cuencas que tuve el honor de conocer en su última gran batalla de 2012: Severino, Roberto, Toño, Antonio, Arturo, Manolo, Tania, María, Ana, Juli, Guillermo, las mujeres del Carbón, la gente de Ciñera, de Mieres y El Entregu, el Bierzo y Villablino. A los mineros de Teruel y de Mequinença