23 abr 2013

Las líneas rojas de la decencia: Reflexión sobre la situación de injusticia social en España.


Escrache policial en una vivienda


El tuit del despreciable Buruaga.
Durante los últimos días, hemos asistido a un baño de realidad mostrado por las declaraciones de los dirigentes del Gobierno. Como si de un viaje en la máquina del tiempo se tratase, hemos podido constatar cómo se ha insultado y chapoteado en la sangre de los que se han suicidado debido a situaciones de exclusión social, desahucios y hambre (porque existe hambre en España, no lo olvidemos). Cómo resultaba ofensivo que en una comunidad autónoma un Gobierno haya decidido garantizar por decreto a los escolares tres comidas al día, irritando a la derecha y extrema derecha más recalcitrante.

¿Les causa sorpresa e indignación las palabras de Cospedal diciendo que los votantes del PP dejarían de comer antes que dejar de pagar la hipoteca? A mí no. Realmente ha estado magnífica. Creo, a riesgo de equivocarme, que es una de las pocas veces que ha sido sincera: ha señalado que los que votan a su partido son, sencillamente, masocas y gilipollas. Lo cual es cierto. Y ha señalado abiertamente que comer, para ella, no es un derecho fundamental que merezcan todas las personas. Lo cual refleja el verdadero pensamiento de la derecha española.  Bravo, Lola.

Algunos, en su afán de dialogo, flower-powerismo, pacifismo enfermizo; es decir, en ser y saber que son “PROGRES”, han pensado que la derecha española era civilizada, que detrás de esas ideas hay gente que, en mayor o menor medida ha evolucionado. Sólo así se entiende que puedan haberse indignado ante las palabras de Cospedal.

El periodista lameculero (o lameculos directamente) S. de Buruaga, al servicio de sus amos se ha indignado porque el Gobierno andaluz decida luchar contra el hambre. ¿Habrase visto que descaro? Pero como es que los pobres merecen tres comidas diarias…. Si son pobres, pues que se mueran, que vayan a mendigar o que mendiguen un puesto de trabajo en condiciones de semiesclavitud como los que ya empiezan a abundar en el Estado Español! (pensará el faccioso periodista y muchos de sus iguales ideológicos)

Para acabar de rematar la faena, el Ministro Cañete anima a ducharse con agua fría para ahorrar energía. Podría, de paso, haber animado a no ducharse para ahorrar agua también, que para gastar agua ya están los campos de Golf que la Aguirre trataba ventajosamente desde el punto de vista fiscal. Lo más triste no es que Cañete señale eso (a mí, al menos, no me sorprende). Lo más triste es que habrá una serie de amebas mentales de clase obrera que respaldarán sus palabras que, si pudieran, certificarían orgullosos que hacen lo que el “Menestro de Turno” señala.


Simplemente están reproduciendo su verdadero pensamiento. El que, en definitiva, SIEMPRE HAN TENIDO. El pensamiento de una burguesía, oligarquía y adláteres que siempre ha pensado y creído en la desigualdad. En la existencia de pobres, de lumpen, de gente tan desdichada que ellos puedan sentirse fuertes. En la desigualdad desde el nacimiento. En aquella frase de Fraga, asesino del franquismo reconvertido en demócrata “de toda la vida” y fundador del Partido Popular: “Los ricos deben ir con zapatos de vestir y los pobres con alpargatas”.

Por eso los escraches son nazismo: los niños ricos no merecen, aunque sea porque su padre les haya dejado solos en casa, que venga nadie a molestarles: ¡¡Qué injusticia y que violencia!! Sin embargo, los niños de la clase obrera, los pobres, los desheredados, no pasa nada si la policía les echa de sus casas, si los matan o mueren de hambre en la calle. Y cuidadito con tratar de evitarlo, que eso, es una ofensa para la burguesía como el despreciable Saenz de Buruaga.

Lo más triste de este cuento es la existencia de progres, de alienados. De aquellos tontos con cara de póquer que se soliviantan antes las declaraciones sinceras de sus rivales. De aquellos que, en lugar de dejarse de tonterías y hablar claro, aun tratan de contener y pacificar la ira popular. De aquellos que aun sueñan con una España de consenso, de acuerdos, de concertación con la misma derecha que, ahora, que se siente fuerte, se atreve a decir a viva voz aquello que siempre ha pensado.

Las líneas rojas se han traspasado. La violencia que el Estado y el Gobierno, las declaraciones de sus dirigentes, sus mofas e insultos, el chapoteo en la sangre de los muertos por suicidios  de la innombrable Cospedal y sus lameculos, el insulto a quienes pasan hambre en España, merecen algo más que escraches. Merecen algo más que una cacerolada. Merece que todos, en la clase trabajadora, en la izquierda real y en la calle, empecemos a dejarnos de gilipolleces y de lo “políticamente correcto” y pasemos a armarnos ideológicamente, tirando a la basura los complejos e hipotecas que nos han impuesto.

Merece que empecemos a plantearnos seriamente la necesidad de defenderse colectivamente de la violencia verbal, física y social de nuestros E-NE-MI-GOS. Merece que cada uno de nosotros entendamos y asimilemos que, tarde o temprano, la situación tendrá que estallar y que, tendremos que posicionarnos. Con los verdugos o con las víctimas. Condenando la violencia que el pueblo ejerza o justificando la defensa popular. Los escraches son lo mínimo que se merecen los dirigentes, criminalizado por los mass media (incluso la progre Sexta). Llegará el momento en que la violencia que diariamente aplican Cospedal, Buruaga, la COPE, los mass media de derecha y extrema derecha, los falangistas, los fascistas, el PP y la CEOE se volverá contra ellos.

Será entonces cuando la gente, harta de aguantar insultos, humillaciones, hambre y miseria, devolverá todas las hostias recibidas. Y entonces, en ese momento, cada uno demostrará lo que es y lo que no es. El pacifista enfermizo, que desconoce la Historia, repetirá como un papagayo que ese “no es el camino”. Será porque el camino que llevamos desde hace tres años nos ha llevado a algo: Basta con ver la sonrisa de De Cospedal al hablar de hipoteca y dejar de comer.

Será entonces cuando el progre se vea rebasado, repitiendo como un papagayo también que la solución es el voto, como si votando se hubiera conseguido algo que no sea retroceder al siglo XIX, porque los que mandan realmente (Banca capitalista, FMI, BCE, etc) no son ni serán votados.

En ese momento, quienes de verdad defienden la justicia social, quienes defienden a los necesitados, quienes entienden a los trabajadores, quienes se indignan ante un mar de injusticia universal, comprenderán la ira de los agraviados, no se dejarán engañar por mass media, progres y pacifistas enfermizos, se pondrán claramente del lado del niño que derramaba lágrimas cuando la policía entraba en su vivienda, del joven angustiado por tener un futuro de mierda, de los ojos de angustia de la mujer que tiene que mantener una familia con 500 euros. Se pondrán claramente del lado de la justicia popular.

Cuando ese momento llegue, que llegará, a algunos no nos temblará el pulso de señalar nuestra postura.

La pregunta es ¿Sabrás tú que postura deberás adoptar o por el contrario, dejarás que los complejos reales o fabricados te dominen?

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