
Una semana despúes del acontecimiento más deleznable en nuestra joven democracia española, me decido a escribir porque todo lo ocurrido entre la noche del viernes y el sábado ha sido algo que ha supuesto un antes y un despúes. Un antes y un después a nivel individual.
Muchos conocidos se sorprenden de mis críticas feroces al PSOE y se preguntan como habiendo militado en ese partido y habiendo tenido cargos de responsabilidad puedo estar radicalmente en contra del PSOE. Tampoco entienden el porque me pongo a defender a un colectivo como el de los controladores si yo no lo soy ni conozco a nadie de dicho colectivo. Es por ello que me decido a reflexionar sobre esas dos preguntas, tratando de ser lo más didáctico posible.
En primer lugar, antes que nada, mis convicciones no han sido modificadas de la noche a la mañana, nada más lejos de la realidad. Más bien son OTROS colectivamente los que han modificado sus convicciones al albor de lo que los dirigentes decidían. Durante muchos años defendí y me creí el proyecto del Partido Socialista no por afinidad con las siglas o porque me gustara el color rojo del logo. Eso se lo dejo a los hooligans y a los irracionales, que haberlos haylos. Sino porque concordaba con unos valores que yo defendía: unos valores de libertad, de igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades, de justicia y de ayuda a quienes más lo necesitan. Esos valores que al coincidir con los míos hacían que mi lugar fuera el PSOE.
Cuando hace poco más de un año, por discrepancias con la política de prietas las filas, de negar la crisis y de tomar medidas que al final tuvieron que tomarse de forma más traumática por tomarse tarde -no me equivoqué- decidí abandonar la militancia socialista porque entendía que desde los cauces internos del partido no tenía sentido seguir defendiendo mi punto de vista dentro del PSOE, continuaba quizá por añoranza pero también por convencimiento viendo a ese PSOE como la representación de esos valores en cierto modo.
Sin embargo, las medidas claramente antisociales tomadas en estos últimos meses fueron ampliando la brecha existente entre el PSOE y yo. No porque yo haya cambiado esencialmente de forma de pensar, sigo siendo de centro izquierda, más de izquierda en algunas cosas y más de centro e incluso algo conservador o economicista en algunas otras. Sino porque ha sido el propio PSOE quien lo ha hecho, mal que le pese a esos ex compañeros que, al leer cosas así, se sienten mal consigo mismos. Por algo será. Si algo he tenido claro aún estando en política es que jamás aceptaría o apoyaría algo que fuera contrario a mi conciencia. Nunca, si otros son capaces, ya serán ellos quienes lo expliquen, yo no.
Pero la gota que colmó el vaso de mi paciencia fue lo sucedido el pasado fin de semana. A pesar de no estar de acuerdo con la forma de protesta de los controladores, decidí posicionarme y me posicione radicalmente en contra de este Gobierno al que alguna vez, ya lejana, tuve la desgracia de apoyar y creer. Porque lo que es verdaderamente intolerable es que el PSOE se haya comportado peor que la misma derecha.
Crear un conflicto adrede, como ha quedado demostrado, sacando un Real Decreto que entre otras cosas coartaba derechos fundamentales de un colectivo para provocar su reacción, cosa que el Gobierno sabía y no evitó; aplicar una norma preconstitucional claramente ilegal, militarizar por primera vez a trabajadores públicos, ¡¡por primera vez tras la dictadura franquista!!, tras una campaña de nueves meses de acoso y derribo contra un colectivo de trabajadores; aplicar el Estado de Alarma por primera vez desde 1969 que implica suspender libertades fundamentales como el derecho de huelga; amenazar con cárcel a unos trabajadores, como si el Gobierno fuera quien imparte justicia como en una dictadura sin separación de poderes mientras la Fiscalía saca a Otegui a la calle y le deja libre era demasiado para soportarlo. Y todo ello con la intención de tapar dos cosas:
- La nefasta y sospechosa gestión del PSOE en AENA, empresa con números verdes cuando el PP salió del Gobierno y que tiene un agujero de 12.000 millones de euros por los enormes sueldos de los directivos y asesores nombrados a dedo por el PSOE o la construcción de aeropuertos como el de Lérida, con 12 pasajeros diarios. Con sospechas más que evidentes de trapos sucios
- La situación de bancarrota y quiebra de la economía española, asi como la supresión de la ayuda de 426 euros a los parados, demostrando lo TRAIDOR que es este Gobierno de mierda con las personas más necesitadas que le dieron su voto.
¿Cómo podría apoyar cosas tan vergonzantes como estas?¿Como, si me queda un ápice de honestidad y decencia, puedo apoyar o ser pasivo a un ataque a la libertad como militarizar a trabajadores civiles?¿Cómo apoyar recortes de derechos de un colectivo de trabajadores manu militarii, sean quienes sean y ganen lo que ganen -MÁS GANAN LOS POLÍTICOS DEL PSOE, ESO SI SON PRIVILEGIOS INFECTOS-?¿Cómo apoyar la suspensión de derechos de la mismísima Constitución?¿Cómo apoyar que a miles de personas se las deje en la indigencia al quitarle la ayuda de los 426 euros?
Sinceramente una persona que, llamándose socialista, apoye algo así no merece mucho más que decir, de socialista tiene poco, y de persona tiene menos.
Mi defensa a los controladores no sólo es por lo arriba mencionado, sino porque se trata de una campaña que se inicia con ellos y que seguirá con más colectivos. Decir PRIVILEGIOS a lo que son DERECHOS es algo que solo un partido populista de derechas o parafascista haría, repitiendo machaconamente, gracias a unos medios de comunicación convertidos en mamporreros acríticos. Tras los controladores, vendrán otros colectivos: quizá los profesores, los maestros, la policía, los funcionarios, los empleados laborales de las empresas públicas, los empleados de grandes empresas.... fomentando la división entre los mismos trabajadores. Que a nadie se le olvide que los primeros en ver reducido su sueldo fueron los controladores y viendo que pudieron, lo siguieron con los funcionarios, lo continuaron fastidiando a los pensionistas y se aprobó una reforma laboral... Dividir para vencer, no muy diferente a lo que los regímenes totalitarios hacían con sus enemigos.
Será la forma de distraer a la opinión pública de una gestión nefasta, de una economía en quiebra, de un país al borde de la suspensión de pagos que ni la República española en plena guerra se planteó. De un país donde los verdaderos privilegiados son una casta política de los partidos mayoritarios, PSOE y PP que vive parasitando del dinero de los ciudadanos trabajadores sin dar nada a cambio al país; de un país donde se quejan de que un controlador gane lo que gana (QUE NO ES LO QUE SE HA DICHO) mientras una semianalfabeta llega a ministra ganado diez veces más que un controlador y cobrando tres nóminas al mismo tiempo.
De un país convertido en una república bananera donde al dar nuestro voto parece que damos un cheque en blanco, y eso es algo que no podemos tolerar nunca más. Porque en ello nos jugamos la supervivencia de la sociedad civil, la supervivencia de la cohesión social del país e incluso, ojalá me equivoque, la supervivencia de nuestras libertades y de la misma democracia, lesionada por un Gobierno que ha mostrado su cara más retrógrada, infecta y vomitiva. Para desgracia de quienes bienintencionadamente, por desgracia, valga la redundancia, confiamos en ellos hace poco más de dos años y medio.
Y después de esta reflexión voy a acabarme el café, que está congelado, marchito como la rosa del PSOE.