18 abr 2008

Una prueba de ... ¿tolerancia?

Hace unos días, "buceando" por la red, pude leer que se cumplía el aniversario de la muerte de un joven de Valencia llamado Guillem Agulló. Uno no lo sabe todo, a pesar de haber estudiado Historia - o no le cuentan todo -.

Movido por la curiosidad, decidí seguir buceando en busca de más información en ese libro abierto llamado Internet. Tras un buen rato, pude saber mucho más sobre el caso. Guillem era un joven de apenas 18 años que el año 1993 cometió "tres delitos": ser de izquierdas, ser nacionalista, de "Maulets" y encontrarse con alguien para quien solo son personas aquellos que tienen sus ideas, el neonazi Pedro Cuevas.

Aquel asesinó asestó una implacable puñalada al joven nacionalista, que lo dejó sin vida. Esto no pasaría de ser un crimen deleznable más de los que, por desgracia se producen si no fuese por toda lo que aconteció tras ello.

A pesar del enorme abismo que separa la forma de pensar de un "Maulet" y de un joven socialista, tengo que reconocer que hay algo de verdad en sus quejas cuando hablan de que el crimen de Agullo estuvo rodeado de impunidad. Esa es la palabra, impunidad. Impunidad es lo que rodeo todo el proceso judicial, impunidad que grupos de extrema derecha "valenciana" han tenido en el Pais Valencià en numerosas ocasiones. Que un juez diga que el asesinato no tiene connotaciones políticas es el colmo del despropósito, máxime cuando, al tiempo que atravesaban al joven con la espada del odio, la intolerancia, y la bilis azul, espetaban sin sonrojarse un viva al glorioso general que nos trajo "cuarenta años de "paz" y "ciencia".

Un juicio en el que no solo no se hace justicia, sino que se emite un juicio paralelo antitético en determinados medios, calificando el cruel crimen de "pelea juvenil", y justificando la agresión por las "provocaciones recibidas". ¿Acaso una provocación, pese a que hubiese existido, merecería una puñalada mortal? Por supuesto que no. Pues bien, no solo queda ahi la cosa, sino que partidos democráticos incurrieron en la responsabilidad de no condenar este asesinato con los mismos argumentos antes esgrimidos. Y esto es quizá lo más grave. Grave no solo porque da legitimidad a los terroristas ( porque ese fue un acto de terrorismo contra un joven) sino porque me hacen recordar a otro, a otros, que lamentan pero no condenan. Aqui tienen el extracto:

Juzgad vosotros mismos.