España está tratando, en pleno siglo XXI, de dotar al país, a través del Gobierno que votaron casi 12 millones de ciudadanos, con el apoyo de los votantes de otras formaciones, de una ley del aborto en consonancia con el momento en el que España se encuentra y similar a otros estados libres y democráticos. En cuanto se ha mencionado la palabra aborto, los guardianes de las viejas esencias, de las esencias más puras, o mejor dicho, más putrefactas, de la España rancia, han puesto el grito en el cielo. La Conferencia Episcopal ha decidido hacer una campaña en contra de cualquier reforma de la Ley actual, sin que se haya aprobado aún la ley, gastandose una millonada en unos cartelitos donde figura un lince y al lado un niño, como dando a entender que se protege más la vida del felino que la vida del humano.
En primer lugar, hay que poner las cosas claras. Nadie, en su sano juicio, está a favor del aborto. Nadie. Pregunten a alguna mujer que haya pasado por ese trauma a ver si se encuentra feliz tras haber abortado. La respuesta será NO. Y sólo un ser inhumano diría que está a favor del aborto. Yo soy la primera persona en decir que estoy en contra del aborto. Dicho esto, la ley no es una ley que obligue a nadie a abortar, sino una ley que permita hacerlo, dentro de lo que la ciencia entiende mayoritariamente que es un periodo en el que el feto no se considera un organismo vivo.
Se trata de una ley que permite a las mujeres que asi lo necesiten abortar en unas condiciones adecuadas, y donde gocen de plena seguridad juridica para hacerlo, sin que sean perseguidas ni vejadas, después del duro trago que supone tener que abortar. Y es que, seguramente, estamos en contra del aborto, pero a favor de la libertad individual de las mujeres y de la plena seguridad jurídica de éstas para su propia persona antes y después de haber abortado. Por tanto, es de sentido común estar a favor de una ley más avanzada para que las mujeres españolas tengan las garantías sanitarias, juridicas y políticas para tomar una decisión tan dura como es abortar.
Por otro lado, es curioso las prioridades que tienen algunos. Mientras, por ejemplo, Caritas se ve casi colapsada por la situación en algunas zonas del país, cuando miles de personas en el mundo no tienen que llevarse a la boca, la Iglesia, en lugar de seguir el mensaje de Jesús y sus enseñanzas (conste que no soy creyente) se dedica a dilapìdar montañas de dinero, que en ocasiones proviene de nuestros impuestos, en apoyar a una corriente de opinión política conservadora en contra de los derechos de las mujeres y en contra de la libertad de estas. Corriente, todo sea dicho, que coincide al milimetro con la opinión del PP en este asunto.
Es curioso ver la preocupación de la Iglesia en esta campaña por los niños, muy apenados ellos. Y sin embargo, en otros casos, como muchos sabemos, algunos miembros de la Jerarquía Católica en diversas partes del planeta han sido los que han pisoteado derechos fundamentales de niños de carne y hueso, donde algunos célibes han sido sentenciados y donde parte de la cúpula eclesiástica ha ignorado esos derechos, mirando para otro lado. No es de extrañar que hayan salido carteles como este
Y es que no se puede estar en misa y repicando....
Hola, Julián.
ResponderEliminarEn primer lugar siento decirte que no te invitarámos directamente a la charla. Pero fue un descuido mío que estuve enviando email, sms, por tuenti, facebook, el blog comarcal, la página de jspv...
Y aun así alguien se me ha escapado.
Espero que te vaya todo bien.
Un abrazo. Gabriel.