Una de las muchas concentraciones de neonazis ucranianos admiradores de Bandera |
Composición de Ucrania y minorías étnicas. |
En noviembre de 2013 estallan unas protestas, comandadas por grupos de derechistas, nacionalistas y extremistas de derecha, con símbolos fascistas, que se asientan en la Plaza de Maidán de Kiev. Una de sus reclamaciones es contra la corrupción y por alianzas con la Unión Europea y un marcado discurso nacionalista y antirruso. Esas protestas son dulcificadas por la prensa occidental, tratadas con cariño y reciben incluso la visita de dirigentes de Europa y Estados Unidos. Como después se supo, su inicio, financiación y apoyo partió de Occidente. Protestas que se fueron intesificando hasta que se derribó al gobierno de Yanukovich, un gobierno votado mayoritariamente en el sur y el este del país, frente a la zona más nacionalista ucraniana. En las protestas se usaron paramilitares que disparaban a los manifestantes, para lograr así las imágenes buscadas en la prensa occidental y lograr el apoyo mundial en Occidente a los manifestantes, ocultando la presencia de ultraderechistas y nazis coordinando los comandos armados de la Plaza Maidán. Nos tuvimos que enterar, por supuesto, después, que los francotiradores eran de los manifestantes para así generar las muertes entre sus filas. Antes algunos lo habíamos denunciado, pero, como siempre, era "propaganda del Kremlin".
Fascistas ucranianos presentes en el Maidán, a los que EL PAÍS llamaba "jóvenes nostálgicos" |
De esta forma, por la fuerza, ciscándose en la elección popular y en la voluntad de los electores, en Kiev Occidente impuso, con ayuda de grupos de extremistas de derechas y los restos de la "Revolución Naranja" un Gobierno ultranacionalista y partidario de la OTAN y con los grupos de ultraderechistas y filonazis enseñoreados de la calle, e incluso, siendo integrados dentro tanto de la Policía como del Ejército ucraniano.
Resultado de las elecciones de 2010, en las que se mearon los ultraderechistas del Maidán y Occidente |
Una vez instalados en los resortes de poder, no duraron en usarlos contra opositores: quemando sedes del Partido Comunista de Ucrania, como ya habían hecho en numerosas ocasiones desde la caída de la URSS, persiguiendo a minorías o acosando a sus detractores. El tono fue subiendo hasta la masacre en Odessa en mayo de 2014, donde miembros del Partido Comunista y entidades panrusas fueron quemados vivos con la participación de grupos miembros del nuevo Gobierno ucraniano y fascistas de Svoboda y Pravy Sektor. Dichos grupos contaron hasta tal punto con apoyo del régimen de Kiev que hoy, 8 años después, no hay un solo detenido por la masacre.
Masacre de Odessa realizada por fascistas ucranianos, matando a decenas de personas |
Es en ese contexto de violencia desatada por los elementos ultraderechistas ucranianos, afines al régimen del Maidán, que la población rusoparlante, señalada y estigmatizada por las nuevas autoridades ucranianas, con gente subiendo al poder como la diputada del partido ultraderechista Svoboda, Irina Faron, diciendo que en Ucrania hay "cinco millones que deberían estar en la cárcel por no hablar ucraniano" o celebrando la matanza de Odessa, que se produce la secesión de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk o en Crimea se produce un movimiento ciudadano partidario de la escisión, teniendo en cuenta que allí la población rusa es el 92% y que se realiza un referéndum por parte del Gobierno autónomo con una votación altísima, que Occidente no reconoce (pese a reconocer otros con menos garantías y participaciones ridículas). Todo en un contexto informativo que desde 2014 se ha basado en presentar a Ucrania como un régimen democrático donde, bueno, hay algunos excesos, pero son pecata minuta, ya que es agredido constantemente por Rusia mediante la presencia de las repúblicas secesionadas, ignorando que Moscú no las ha reconocido siquiera y que la supuesta colaboración entre esos territorios y Moscú se basa simplemente en ayuda humanitaria, obviando la asfixia económica a la que Kiev ha sometido a esas regiones. Pero, sobre todo, las matanzas realizadas contra ciudades y civiles desarmados en las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, algo que no solo es una guerra silenciada, sino una auténtica limpieza étnica cometida por el régimen ucraniano, lo cual es demandado por los sectores más ultraderechistas del Maidán.
Desde entonces, y pese a los acuerdos de Minsk, violados reiteradamente por Ucrania, en la zona ha continuado la tensión. Año tras año se ha denunciado, convenientemente silenciado por la prensa occidental proatlantista, la limpieza étnica en este de Ucrania, las masacres de civiles y la violación de los acuerdos de Minsk por parte del régimen ucraniano, así como el auge de los grupos abiertamente nazis que son los amos y señores del país desde 2014 y tienen derecho a decir quien es un "buen ucraniano" y quien es un "perro comunista o un cerdo ruso". Del mismo modo que la política del Estado ucraniano contra las minorías étnicas es cada vez más descarada, hasta el punto que un diario, o mejor dicho, el diario más abiertamente pro-Maidan de España, denunciaba esta política que busca un auténtico genocidio cultural contra las minorías, incluyendo las trabas para aprender lenguas minoritarias. Por no hablar del revisionismo histórico: El Maidán ha convertido la historia oficial ucraniana en un lodazal donde los que lucharon contra el nazismo son insultados y sus estatuas vandalizadas, sus calles quitadas, sus honores retirados, mientras se pasa a celebrar actos en memoria de asesinos, colaboradores nazis y auténticos criminales de masas, como Stephan Bandera, colaborador nazi y responsable de la masacre de Volinia. Tan escandaloso que hasta un periodista de derechas, poco sospechoso de simpatía con el comunismo como César Vidal, lo ha denunciado y le ha valido un veto de entrada a Ucrania
Todo esto en un contexto donde Ucrania lleva años armándose hasta los dientes y realizando compras intensas de armamento, que, además busca integrarse en la OTAN, poniendo en riesgo la seguridad propia de Rusia como estado, ante la posibilidad de poner misiles apuntando a Moscú a menos de 900 kms de Moscú. Y todo ello con el comodín constante de los dirigentes ucranianos ante la mala situación política y económica del país, de denunciar que Rusia les intenta invadir, como hicieron en 2014, en 2015, 2016, 2017, 2018 y todos los años. Si a ello le añadimos los negocios de la familia Biden en Ucrania desde el Maidán, la belicosidad mayor de los demócratas contra Rusia y el hundimiento de la popularidad de Biden, tendrán las claves de por qué está pasando lo que está pasando.
Para terminar, me gustaría acabar con un consejo: En la guerra, la primera víctima es la verdad. Busquen ustedes información contrastada, cuestionen todo lo que lean, incluso este escrito, que, para evitar sesgo, he preferido dotar de enlaces, mayoritariamente a fuentes de medios occidentales. Lean medios occidentales y no occidentales como RT en Español o Xinxua, conscientes de que todos dan parte de su versión y fabriquen ustedes la suya propia, sin servidumbres ni dependencias. Siendo conscientes de que los que hay en España son todos, sin distinción, favorables a uno de los bandos, transmiten casi calcada la propaganda de guerra norteamericana y cuya labor no es informarles, sino formarles una opinión: que ustedes vean a Ucrania como alguien agredido, cosa que la historia muestra, desde 2014, que es faltar -y mucho- a la verdad.
Y por último, aunque todos sabemos que como en 2014, 2015, 2016 y el resto de años, la "inminente invasión rusa" será igual de falsa que siempre, reclamen al Gobierno, del que forman parte tanto PSOE como Podemos, donde sea posible, que no colabore en la escalada hacia la guerra, como hizo el ministro de Exteriores en Washington como un perrito faldero en EE.UU. De haber una guerra con Rusia, las consecuencias serían devastadoras. ¿Alguien en su sano juicio querría poner su ciudad en el blanco de un posible ataque ruso?¿O no son conscientes de que, igual que Rusia es atacada por la OTAN y los facciosos ucranianos, tendría el derecho a responder ante una agresión en la que, España, como miembro de la OTAN, sería uno de los agresores? Quiénes hablan tan alegremente de guerra, como se está viendo estos días en las redes sociales, serían los primeros en salir corriendo de materializarse.