Valencia en 1977, con gran dignidad moral, defendiendo su libertad. Cientos de miles de personas en las calles. |
Hace casi un año, por estas fechas, redacté un artículo, de rabia e indignación ante la más que cantada quiebra de la Comunidad Valenciana,quiebra que no tardaría ni un mes en materializarse. En dicho escrito, resumía,como una sociedad, de forma mayoritaria, había permitido un saqueo de las arcas públicas, como había consentido que Valencia fuera mundialmente conocida porser una cloaca de corrupción y robo, pero sobre todo, como a pesar de ello, lagente defendía dicha situación y a sus responsables. Cerraba aquel escrito con
un grito de rabia, que soltaríamos muchos a esos cómplices, cuando la ruina se
materializase. " ¿Y ahora qué, hijos de puta?"
Y la ruina se materializó.
Para quién no sea de esta zona de España, la ruina se palpa y se nota en la calle. Por dicha razón, quiero hacer una breve descripción, antes de entrar en materia. Para ver, posteriormente, la sorprendente reacción de los que son cómplices indirectos de nuestra ruina y nuestra miseria moral.
El País Valenciano o Comunidad Valenciana (porque en debatir qué somos si gastamos energías) es la segunda autonomía con más deuda de todo el Estado. Un territorio totalmente quebrado, arruinado y saqueado. Una absoluta ruina. Un cienagal de deudas y más deudas. Quizá alguien ingenuamente puede pensar que este dinero se debe porque en su momento se gastó en hacer de esta una "tierra pionera".
Pues no. Aquí el dinero fue a parar a imagen y farándula. A grandes eventos y a aparentar, una característica muy valenciana. A sacar pecho, aunque sea de nada, otra característica en algunos. A fiestas y saraos, cosa también muy "valencianota". Conozco el caso de dos descerabrados de mi pueblo, Mutxamel, embargados por el banco por no haber podido pagar un préstamo para ¡¡¡salir de Moros y Cristianos, en las fiestas locales!!!. En esta tierra, siempre parece que ha sido así: lo importante es el hoy y lo que parece, no el mañana y lo que es en realidad. ¿Qué mañana nos embargan? Da igual, pero hoy hagamos como que somos millonarios.
De esa idiosincrasia, teníamos una ciudad de Valencia que, cualquiera que la haya visitado, dirá que es una ciudad muy bonita: perfecto. Preciosa. Como Alicante, y su lema "Guapa, guapa, y guapa". Hasta que visitabas un barrio periférico de la ciudad, te tocaba irte ingresado al Hospital o tienes que matricular a tus hijos en un colegio. Es cuando lo bonito pasaba a adquirir un color mucho más sombrío. Y estoy hablando de la época de bonanza.
Aquí, donde el aparentar, el figurar, el sacar pecho era y es un sentir mayoritario: teníamos que tener la mejor ciudad de Valencia, de Alicante, de Castellón.... y lo que sea. ¿Una ciudad de las Artes? Pues claro que si. ¿Un parque temático ruinoso? Por supuesto. ¿Qué Alicante y Valencia tienen aeropuerto? ¡Pues nosotros también!
Los casos de corrupción se acumulaban: 13 de 53 diputados valencianos, imputados, tanto que si formasen "El Grupo Parlamentario del Mangoneo", el PP no tendría mayoría absoluta. Casos de corrupción a tutiplén. ¿Y qué? "Total por cuatro trajes" "Si tu estuvieras harías lo mismo", así piensan muchos en esta tierra -quizá por ello somos la Comunidad con más fraude fiscal y laboral y donde más denuncias por contratación irregular hay, superando a ¡¡¡Madrid y Cataluña!!! ¡Joderos, que os hemos ganado!
Y llegó el 4 de enero de 2012.
Ese día, el decorado de papel couché cayó para siempre. Y, como por arte de magia, comenzaron a salir las desgracias, que parecían guardadas en un secreter durante años. Como si nadie supiera lo que pasaba.
El discurso oficial y diario cambió: "Habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y había que apretarse el cinturón". Como si toda la espiral de despilfarro, robo, saqueo, latrocinio.... hubiera sido una bacanal colectiva en la que TODOS hubieramos participado. Como si las escuelas hubieran tenido fuentes de las que emanaba champán francés y en los hospitales hubiera suites individuales con menú del Ritz. Como si los pobres, que nunca han dejado de existir en esta tierra y de ser POBRES, hubieran recibido cada uno pagas de 900 euros. Como si los barrios obreros y periféricos de Alicante, Valencia o cualquier ciudad valenciana, hubieran sido adosados de oro y las casas regaladas a sus ocupantes.
De pronto, nos encontramos con la realidad que los que llevaban 16 años mandando, el PP, y los que llevaban años desaparecidos en combate o regentando algún consistorio, ocupados en la pelea por los sillones, el PSPV, habían negado o habían hecho como que "no veían".
Somos la Comunidad de todo el Estado con más desahucios de todo el territorio, la friolera de 33 familias son diariamente desahuciadas de sus viviendas. Con una tasa de desempleo que nada tiene que envidiar a las comunidades más castigadas de España, el 30%. Con más de seis cientos mil desempleados, que no hacen más que aumentar, de los cuales muchos de ellos ya no perciben ningún ingreso, condenados a la más absoluta miseria.
Una comunidad donde el saqueo no cesa, donde día tras día salen nuevos datos de la instalada corrupción y robo de los que durante 17 años han ROBADO y SAQUEADO Valencia: Caso Brugal, fraude de las Ayudas de Cooperación, Caso Emarsa, Caso Gurtel. Tanto es así que, un mes antes de ser la primera comunidad en BANCARROTA de todo el Estado, los responsables de la Generalitat se gastaron cientos de miles de euros en campañas publicitarias. ¡Y qué bonita está Valencia!
Tan bonita y con una clase política del PP tan déspota e impune, que en plena campaña de recortes drásticos, gente como la Alcaldesa de Alicante se permite presumir de que "no dimitirá" o gente como los concejales del PP de Torrevieja se ven envueltos en una trama de corrupción, porque contrataban canales eróticos con el móvil del Ayuntamiento, mientras las familias pasan hambre.
Y mientras todo esto pasa, la provincia de Alicante está a punto de tener desabastecimiento de medicamentos porque las farmacias llevan meses y meses sin cobrar y no pueden hacer frente al pago de los medicamentos, lo cual puede llevar a poner en grave riesgo la salud de muchas personas, sobre todo los más vulnerables.
Mientras se realizan brutales recortes en Sanidad, avalados y demandados, en su día, por los constructores, uno de los gremios que más ruina ha dejado: untados a contratos públicos y endosando sus viviendas a muchos incautos. Recortes que han llevado a exigir el pago de medicamentos, la privatización de los hospitales el 1 de enero de 2013 (para que al final paguemos más y tengamos un servicio peor).
Recortes que llegan a los que menos tienen, como los trabajadores de Dependencia y asistencia, muchos de los cuales llevan meses y meses sin poder ver por fin la nómina de enero y que están al límite.
Recortes en Educación que envian a la calle a miles de maestros y profesores interinos, masificando las aulas. Y que en la Universidad provocan un auténtico escándalo que salta al New York Times, cuando apareció una clase de la Facultad de Derecho 150 alumnos ocupada por más de 600.
Centros escolares donde se corta la luz por impago, donde los alumnos tienen que ir con mantas, y cuando los chavales se atreven a protestar lo que callan los acomodados mayores, reciben palizas y una brutalidad policial atroz que, de nuevo, hace famosa a Valencia en el mundo entero.
Alumnos de institutos como el IES Mediterranea, tomando apuntes en el suelo como en el tercer mundo, miles y miles de alumnos sin profesores, a pesar de los miles de despidos. Cientos de familias sin ingresos a las que se les deniegan las becas de comedor para sus hijos, mientras una federación de padres, la FAPA Gabriel Miró, liderada por un ex miembro de una lista del PP bien tratada por la Consellería, culpa a los profesores de todos los recortes.
Una tierra donde el Interventor de la Generalitat ha reconocido que ha habido meses donde ha estado a punto de no poder pagar la nómina a los trabajadores públicos (lo que quiere decir que faltará poco para que ello pase), cuando solo con el dinero saqueado en el Caso Gurtel y en Emarsa se podían pagar todas las nóminas de los trabajadores de la Sanidad durante dos meses.
Una tierra donde la destrucción del tejido productivo es brutal, donde más número de ERE se realizan. Un lugar donde las empresas públicas, atestadas de enchufados con el carnet del PP en la boca, despiden a mansalva a trabajadores de RTVV, TRAM, Metrovalencia, EMT, etc. Exigiendoles pagar parte de la factura que ellos no se llevaron ni malgastaron.
Una tierra donde se llega al colmo del cinismo y la caradura cuando los que ocupan despachos tratan de vender como un logro el reparto de cientos de alimentos para el 39% de pobres que, según datos oficiales, tiene la Comunidad Valenciana.
Esa es la "Valencia bonita", la Valencia que "asombra al mundo", según repetían los gobernantes que los valencianos han elegido para ser robados.
Antes de la ruina éramos una minoría la que clamabamos contra lo oficial, contra el aparentar y el derrochar en chorradas. Una minoría decente que, como señalé en el anterior escrito, bien podríamos espetar en la cara a muchos de los que consintieron todo lo que relato: ¿Y ahora que, hijos de puta?
Una minoría que, cuando las cosas empezaron a ponerse feas, comenzamos a movilizarnos, como siempre lo habíamos hecho, con la esperanza de que muchos abrieran los ojos ante el desastre.
Y cual es la sorpresa, al ver que un amplio sector de la sociedad valenciana sigue dormida. La palabra que mejor define su estado es una palabra valenciana que clava el ser de los valencianos: MENINFOTISME. Un pasotismo atroz, un "encogerse de hombros" e incluso, un molestarse ante los que protestan. "¿De que se quejan?"... Pues de que va a ser, de lo "bien que vamos y nos va todo", sería la respuesta, medio irónica, medio merecida, para los que aún viven en la Luna de Valencia.
Autónomos que protestan porque los sanitarios cortan la calle y que acaban echando la persiana al mes siguiente. Personas que están en la oficina del INEM y se molestan porque un montón de profesores han venido a protestar. Concejales como el de UPYD de Alicante que pide que se aparte a los pobres de las zonas concurridas, por la mala imagen que dan. Profesores que se niegan a protestar mientras ven como llegan los niños desnutridos y como muchos de sus compañeros han acabado en la calle. Trabajadores que se niegan a hacer una huelga habiendo recibido la carta de despido.
La Comunidad Valenciana, el Pais Valenciano, ha demostrado ser una sociedad enferma, a la que despertar del espejismo en el que una gran mayoría ha vivido durante tantos años, no deja de ser un incordio: Siempre es mejor usar la técnica del avestruz, ignorar lo que está pasando y maldecir a esos pajaros de mal agüero. Hasta que la técnica del negacionismo deja de funcionar. Entonces es cuando la cruda realidad se impone con la logica de los datos y los hechos.
Y la ruina se materializó.
Para quién no sea de esta zona de España, la ruina se palpa y se nota en la calle. Por dicha razón, quiero hacer una breve descripción, antes de entrar en materia. Para ver, posteriormente, la sorprendente reacción de los que son cómplices indirectos de nuestra ruina y nuestra miseria moral.
El País Valenciano o Comunidad Valenciana (porque en debatir qué somos si gastamos energías) es la segunda autonomía con más deuda de todo el Estado. Un territorio totalmente quebrado, arruinado y saqueado. Una absoluta ruina. Un cienagal de deudas y más deudas. Quizá alguien ingenuamente puede pensar que este dinero se debe porque en su momento se gastó en hacer de esta una "tierra pionera".
Pues no. Aquí el dinero fue a parar a imagen y farándula. A grandes eventos y a aparentar, una característica muy valenciana. A sacar pecho, aunque sea de nada, otra característica en algunos. A fiestas y saraos, cosa también muy "valencianota". Conozco el caso de dos descerabrados de mi pueblo, Mutxamel, embargados por el banco por no haber podido pagar un préstamo para ¡¡¡salir de Moros y Cristianos, en las fiestas locales!!!. En esta tierra, siempre parece que ha sido así: lo importante es el hoy y lo que parece, no el mañana y lo que es en realidad. ¿Qué mañana nos embargan? Da igual, pero hoy hagamos como que somos millonarios.
De esa idiosincrasia, teníamos una ciudad de Valencia que, cualquiera que la haya visitado, dirá que es una ciudad muy bonita: perfecto. Preciosa. Como Alicante, y su lema "Guapa, guapa, y guapa". Hasta que visitabas un barrio periférico de la ciudad, te tocaba irte ingresado al Hospital o tienes que matricular a tus hijos en un colegio. Es cuando lo bonito pasaba a adquirir un color mucho más sombrío. Y estoy hablando de la época de bonanza.
Aquí, donde el aparentar, el figurar, el sacar pecho era y es un sentir mayoritario: teníamos que tener la mejor ciudad de Valencia, de Alicante, de Castellón.... y lo que sea. ¿Una ciudad de las Artes? Pues claro que si. ¿Un parque temático ruinoso? Por supuesto. ¿Qué Alicante y Valencia tienen aeropuerto? ¡Pues nosotros también!
Los casos de corrupción se acumulaban: 13 de 53 diputados valencianos, imputados, tanto que si formasen "El Grupo Parlamentario del Mangoneo", el PP no tendría mayoría absoluta. Casos de corrupción a tutiplén. ¿Y qué? "Total por cuatro trajes" "Si tu estuvieras harías lo mismo", así piensan muchos en esta tierra -quizá por ello somos la Comunidad con más fraude fiscal y laboral y donde más denuncias por contratación irregular hay, superando a ¡¡¡Madrid y Cataluña!!! ¡Joderos, que os hemos ganado!
Y llegó el 4 de enero de 2012.
Ese día, el decorado de papel couché cayó para siempre. Y, como por arte de magia, comenzaron a salir las desgracias, que parecían guardadas en un secreter durante años. Como si nadie supiera lo que pasaba.
El discurso oficial y diario cambió: "Habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y había que apretarse el cinturón". Como si toda la espiral de despilfarro, robo, saqueo, latrocinio.... hubiera sido una bacanal colectiva en la que TODOS hubieramos participado. Como si las escuelas hubieran tenido fuentes de las que emanaba champán francés y en los hospitales hubiera suites individuales con menú del Ritz. Como si los pobres, que nunca han dejado de existir en esta tierra y de ser POBRES, hubieran recibido cada uno pagas de 900 euros. Como si los barrios obreros y periféricos de Alicante, Valencia o cualquier ciudad valenciana, hubieran sido adosados de oro y las casas regaladas a sus ocupantes.
De pronto, nos encontramos con la realidad que los que llevaban 16 años mandando, el PP, y los que llevaban años desaparecidos en combate o regentando algún consistorio, ocupados en la pelea por los sillones, el PSPV, habían negado o habían hecho como que "no veían".
Somos la Comunidad de todo el Estado con más desahucios de todo el territorio, la friolera de 33 familias son diariamente desahuciadas de sus viviendas. Con una tasa de desempleo que nada tiene que envidiar a las comunidades más castigadas de España, el 30%. Con más de seis cientos mil desempleados, que no hacen más que aumentar, de los cuales muchos de ellos ya no perciben ningún ingreso, condenados a la más absoluta miseria.
Una comunidad donde el saqueo no cesa, donde día tras día salen nuevos datos de la instalada corrupción y robo de los que durante 17 años han ROBADO y SAQUEADO Valencia: Caso Brugal, fraude de las Ayudas de Cooperación, Caso Emarsa, Caso Gurtel. Tanto es así que, un mes antes de ser la primera comunidad en BANCARROTA de todo el Estado, los responsables de la Generalitat se gastaron cientos de miles de euros en campañas publicitarias. ¡Y qué bonita está Valencia!
Tan bonita y con una clase política del PP tan déspota e impune, que en plena campaña de recortes drásticos, gente como la Alcaldesa de Alicante se permite presumir de que "no dimitirá" o gente como los concejales del PP de Torrevieja se ven envueltos en una trama de corrupción, porque contrataban canales eróticos con el móvil del Ayuntamiento, mientras las familias pasan hambre.
Y mientras todo esto pasa, la provincia de Alicante está a punto de tener desabastecimiento de medicamentos porque las farmacias llevan meses y meses sin cobrar y no pueden hacer frente al pago de los medicamentos, lo cual puede llevar a poner en grave riesgo la salud de muchas personas, sobre todo los más vulnerables.
Mientras se realizan brutales recortes en Sanidad, avalados y demandados, en su día, por los constructores, uno de los gremios que más ruina ha dejado: untados a contratos públicos y endosando sus viviendas a muchos incautos. Recortes que han llevado a exigir el pago de medicamentos, la privatización de los hospitales el 1 de enero de 2013 (para que al final paguemos más y tengamos un servicio peor).
Recortes que llegan a los que menos tienen, como los trabajadores de Dependencia y asistencia, muchos de los cuales llevan meses y meses sin poder ver por fin la nómina de enero y que están al límite.
Recortes en Educación que envian a la calle a miles de maestros y profesores interinos, masificando las aulas. Y que en la Universidad provocan un auténtico escándalo que salta al New York Times, cuando apareció una clase de la Facultad de Derecho 150 alumnos ocupada por más de 600.
Centros escolares donde se corta la luz por impago, donde los alumnos tienen que ir con mantas, y cuando los chavales se atreven a protestar lo que callan los acomodados mayores, reciben palizas y una brutalidad policial atroz que, de nuevo, hace famosa a Valencia en el mundo entero.
Alumnos de institutos como el IES Mediterranea, tomando apuntes en el suelo como en el tercer mundo, miles y miles de alumnos sin profesores, a pesar de los miles de despidos. Cientos de familias sin ingresos a las que se les deniegan las becas de comedor para sus hijos, mientras una federación de padres, la FAPA Gabriel Miró, liderada por un ex miembro de una lista del PP bien tratada por la Consellería, culpa a los profesores de todos los recortes.
Una tierra donde el Interventor de la Generalitat ha reconocido que ha habido meses donde ha estado a punto de no poder pagar la nómina a los trabajadores públicos (lo que quiere decir que faltará poco para que ello pase), cuando solo con el dinero saqueado en el Caso Gurtel y en Emarsa se podían pagar todas las nóminas de los trabajadores de la Sanidad durante dos meses.
Una tierra donde la destrucción del tejido productivo es brutal, donde más número de ERE se realizan. Un lugar donde las empresas públicas, atestadas de enchufados con el carnet del PP en la boca, despiden a mansalva a trabajadores de RTVV, TRAM, Metrovalencia, EMT, etc. Exigiendoles pagar parte de la factura que ellos no se llevaron ni malgastaron.
Una tierra donde se llega al colmo del cinismo y la caradura cuando los que ocupan despachos tratan de vender como un logro el reparto de cientos de alimentos para el 39% de pobres que, según datos oficiales, tiene la Comunidad Valenciana.
Esa es la "Valencia bonita", la Valencia que "asombra al mundo", según repetían los gobernantes que los valencianos han elegido para ser robados.
Antes de la ruina éramos una minoría la que clamabamos contra lo oficial, contra el aparentar y el derrochar en chorradas. Una minoría decente que, como señalé en el anterior escrito, bien podríamos espetar en la cara a muchos de los que consintieron todo lo que relato: ¿Y ahora que, hijos de puta?
Una minoría que, cuando las cosas empezaron a ponerse feas, comenzamos a movilizarnos, como siempre lo habíamos hecho, con la esperanza de que muchos abrieran los ojos ante el desastre.
Y cual es la sorpresa, al ver que un amplio sector de la sociedad valenciana sigue dormida. La palabra que mejor define su estado es una palabra valenciana que clava el ser de los valencianos: MENINFOTISME. Un pasotismo atroz, un "encogerse de hombros" e incluso, un molestarse ante los que protestan. "¿De que se quejan?"... Pues de que va a ser, de lo "bien que vamos y nos va todo", sería la respuesta, medio irónica, medio merecida, para los que aún viven en la Luna de Valencia.
Autónomos que protestan porque los sanitarios cortan la calle y que acaban echando la persiana al mes siguiente. Personas que están en la oficina del INEM y se molestan porque un montón de profesores han venido a protestar. Concejales como el de UPYD de Alicante que pide que se aparte a los pobres de las zonas concurridas, por la mala imagen que dan. Profesores que se niegan a protestar mientras ven como llegan los niños desnutridos y como muchos de sus compañeros han acabado en la calle. Trabajadores que se niegan a hacer una huelga habiendo recibido la carta de despido.
La Comunidad Valenciana, el Pais Valenciano, ha demostrado ser una sociedad enferma, a la que despertar del espejismo en el que una gran mayoría ha vivido durante tantos años, no deja de ser un incordio: Siempre es mejor usar la técnica del avestruz, ignorar lo que está pasando y maldecir a esos pajaros de mal agüero. Hasta que la técnica del negacionismo deja de funcionar. Entonces es cuando la cruda realidad se impone con la logica de los datos y los hechos.
Ya no vale ni siquiera sacar a pasear el fantasma del anticatalanismo, porque quien nos ha robado "la paella del domingo", la llengua, la "riquesa", y lo "bonica que està València" no han sido los catalanes: han sido valencianos. Con nombre y apellidos. HA SIDO EL PP, con la complicidad de buena parte de la sociedad valenciana. Con el silencio holgazan de los que nunca fueron capaces de constituir desde 1995 una alternativa a los chorizos: el PSOE, más ocupado de sus líos internos que de la grave situación que vive esta tierra.
Durante años Valencia y gran parte de ella, nadó en la riqueza visual y óptica, pero en la miseria moral más asombrosa. Hoy, la miseria visual es un hecho, la real es un hecho, y por desgracia, a pesar de los palos, la miseria moral, permanece. Por ello es trabajo de esos valencianos que jamás se han rendido, de esos valencianos que siempre han peleado, de esos valencianos, de esos trabajadores, estudiantes, parados, que nunca aceptaron ser parte del rebaño valenciano oficial, trabajar, concienciar, pelear.... parar conseguir erradicar todas esas miserias. Para conseguir salir de las tres a la vez.
Porque a diferencia de muchos, que ahora "pasan" o se "resignan", muchos de ellos por vergüenza a reconocer su parte de responsabilidad, hay OTROS que siempre han estado peleando, que siempre fueron decentes, que nunca tragaron, que nunca aceptaron lo que había. Y por esa razón, ahora que la miseria se toca, se palpa y se sufre, pueden ir con la cabeza bien alta, convencer, explicar, y seguir sumando apoyos.
Y poder decir, alto y claro, sin complejos y con la cabeza muy alta:
Durante años Valencia y gran parte de ella, nadó en la riqueza visual y óptica, pero en la miseria moral más asombrosa. Hoy, la miseria visual es un hecho, la real es un hecho, y por desgracia, a pesar de los palos, la miseria moral, permanece. Por ello es trabajo de esos valencianos que jamás se han rendido, de esos valencianos que siempre han peleado, de esos valencianos, de esos trabajadores, estudiantes, parados, que nunca aceptaron ser parte del rebaño valenciano oficial, trabajar, concienciar, pelear.... parar conseguir erradicar todas esas miserias. Para conseguir salir de las tres a la vez.
Porque a diferencia de muchos, que ahora "pasan" o se "resignan", muchos de ellos por vergüenza a reconocer su parte de responsabilidad, hay OTROS que siempre han estado peleando, que siempre fueron decentes, que nunca tragaron, que nunca aceptaron lo que había. Y por esa razón, ahora que la miseria se toca, se palpa y se sufre, pueden ir con la cabeza bien alta, convencer, explicar, y seguir sumando apoyos.
Y poder decir, alto y claro, sin complejos y con la cabeza muy alta:
"Os lo dijimos mil veces"
"El pasado es pasado y ahora toca pelear por cambiarlo. No llores y lucha "
Muy bueno y real (por desgracia). ¡Enhorabuena!
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