5 mar 2012

Sobre violencia mediática y violencia silenciosa. O como reflexionar por ti mismo

Durante estos días, aunque es un debate continuo cuando surge una importante protesta, ya sea una reivindicación laboral, un movimiento estudiantil o la protesta de un pueblo, como en Grecia; surge la famosa polémica sobre la violencia en dichas protestas y la legitimidad del uso de la misma, la condena más absoluta, el rechazo más grande, el debate en torno a ella, como si de algo novedoso se tratase, ignorándose las reivindicaciones o razones que llevaran a dicho suceso o la existencia de miles de personas que no hicieron uso de ella. Da igual. La cuestión es centralizar el debate en la violencia, con sensacionalismo.

Antes de mostrar mí impresión y el debate que quiero abrir, he de señalar dos cosas fundamentales, para que quede clara la intencionalidad de este escrito. La primera es que puede parecerme contraproducente ese uso de la violencia, casual y puntual -no ardía Barcelona como alguno nos quiere hacer ver- y que puede perjudicar a una protesta colectiva contra los recortes y, quizá, momentáneamente, puede servir de munición al enemigo. La segunda es que, mi percepción y mi forma de pensar jamás me había hecho defender el uso de la violencia en el pasado, salvo cuando se debe a un derecho de "legítima defensa" tanto a nivel individual o colectivo. Puedo ser -supongo que también será tu caso- la persona más pacífica del mundo, pero si veo que me van a dar un estacazo, quizá no me quede quieto esperando recibirlo. Quizá pegue un empujón a quien trata de abrirme la cabeza. Y guste o no, ese empujón es una violencia. Legítima, pero es violencia.

Quizá, si alguien pasa en ese momento, vea que alguien empuja a alguien, es decir, ha ejercido violencia. Sin conocer que antes se ha tratado de ejercer una violencia mucho mayor contra quien empuja. Eso, precisamente, es lo que puede suceder cuando en la prensa se analizan cosas como los sucesos de Grecia y de Barcelona.

Llevamos cinco años de crisis económica. Con casi 2.000 personas que se van al paro cada día en España. Con un 51% de desempleo juvenil. Con cientos de desahuciados diarios, con gente que pierde su prestación y pasa a bordear la miseria. Con un futuro que no existe para muchos jóvenes, cuyo único futuro es crisis, crisis, y más crisis. Con otras personas que han confiado en la moto que nos han vendido y que muchos hemos aceptado, para que ahora todo eso vaya a la basura de un día para otro. Con muchas personas, enormemente formadas, que ven como ese "estudia que mañana serás algo" nunca llega, o ha llegado y está a punto de esfumarse. Esa es la realidad social que tenemos.

Mientras todo eso pasa.... la gente aguanta. Se resigna o acepta su destino. Otros optan por tratar de cambiar las cosas, como nos han enseñado o como nos han querido enseñar. Llevamos muchos años con un discurso "la violencia no es la solución". Desde la prensa, los medios, la escuela... La paz es el camino.

Frente a eso tenemos una realidad de los que tienen el poder totalmente distinta a la del resto. Los bancos fueron rescatados con dinero público, nadie es responsable de nada. Nadie es juzgado, muy al contrario se marcha con una jugosa indemnización. Mientras se recortan derechos a los trabajadores, se amplía el poder patronal. Los empresarios tienen al empleado cogido y bien cogido. Ellos no sufren la crisis.

Pero es que además, ellos, contrariamente al discurso que nos introducen y nos venden, SI UTILIZAN CONSTANTEMENTE LA VIOLENCIA. El único problema es que el foco se aparta de dicha violencia. Los bancos usan la violencia cuando, tras haber sido rescatados con nuestro dinero, usan ese dinero para comprar deuda y hundir países, mientras se corta el crédito que manda a la ruina al autónomo y al paro al trabajador. Los bancos usan la violencia cuando sale Botín a presumir de beneficios. Los bancos usan la violencia, con la ayuda policial, cuando se desahucia a una familia de sus casas.

Los políticos de este sistema capitalista en fase de derrumbe usan sin pestañear la violencia cuando mandan tropas a destripar civiles en Libia, en Irak, en Afganistán, en miles de ocasiones y lugares. Esos políticos, como en Valencia sucede, usan la violencia cuando arruinan a una tierra y encima se ríen de su pueblo. Usan la violencia cuando coaccionan a profesores por protestar por los recortes. Usan la violencia cuando envían a su policía a abrir la cabeza a manifestantes pacíficos -luego nos quejamos de otros países-. Para ellos, la paz y el diálogo no es una opción, mientras que la opción que suelen usar es violenta. Como violento es tener a trabajadores sin contrato, en condiciones cada vez más indignas. Que le pregunten a un parado que lleva dos años sin trabajar si acepta que le peguen un tortazo a cambio de cobrar un sueldo de 1200 euros. ¡Si sabrá él que es violento que preferirá lo primero!

A pesar de ello, y a pesar de verlo día a día, la gente ha preferido usar formas pacíficas y legales. Formas correctas o directamente aguantar. Un año, otro, y otro. Y resulta que en una manifestación, fruto de la rabia acumulada, fruto de la constante burla que supone la miseria de cada vez más personas mientras se rescatan bancos o se les inyecta dinero, los desahucios y los recortes, para pagar una crisis que han generado banqueros y sus marionetas políticas, resulta que es VIOLENTO que un grupo de gente destroce un Banco. ¿Se ha preguntado alguien de los que condena esa violencia puntual a cuantas personas ha destrozado ese Banco? ¿Se ha planteado alguien el porqué mucha gente aplaudía ante ese acto espontáneo de violencia? Quizá es que mucha gente recordaba o había vivido en sus carnes la violencia de dicha entidad bancaria. La violencia de todo un sistema que tras arruinarte, te apalea por quejarte.

Nos puede gustar más o nos puede gustar menos. Podemos ver contraproducente ese uso de la violencia. Pero lo que es obvio, por mucho que muchos no tengan el valor de reconocerlo, es que jamás se hubiera dado esa violencia si no hubiese habido una violencia anterior y persistente, quizá menos visible pero no por ello menos dolorosa de ese mismo sistema financiero. Tres millones de parados, millón de desahuciados, miles de Pymes cerradas. ¿Eso no es violencia? Condenar a una generación a vivir sin futuro ¿Eso es pacifismo? Y tampoco reconocerán muchos que, en el fondo, no era del todo desagradable la imagen de un banco destrozado por gente furiosa, que ya ha dejado la indignación a un lado y ha subido el nivel de la protesta. Como tampoco lo fue en las protestas de Grecia. ¿Hubieras defendido tu la fachada de ese banco?¿Seguro?¿El mismo banco que te desahuciará cuando te quedes en paro?

La situación irá a peor y, guste más o guste menos, la única forma de defenderte ante un pisoteo constante será mediante una respuesta. Respuesta que quizá sea pacífica como hasta ahora, pero quizá acabe siendo menos pacífica. Son muchas las personas que han perdido su presente y también su futuro. Nada indica que la sociedad de mañana vaya a ser más calmada que la de hoy. Pero conviene posicionarse. Esa gente, esos trabajadores, esos parados, esos precarios, poco a poco, acabarán NO TENIENDO NADA QUE PERDER.

Habrán perdido todo, verán que sus protestas pacíficas vuelven a ser reprimidas con dureza por la Policía. Mientras gente que ha cometido delitos gravísimos son escoltados y protegidos, al tiempo que declarados inocentes. Y entonces, como el otro día, muchas personas entenderán con toda su crudeza que esta democracia que nos han vendido es una estafa y sobre todo UN SISTEMA INJUSTO, un sistema donde la violencia es diaria en un sentido. Pero que se critica cuando, excepcionalmente, se usa en el otro. Donde la violencia es constante contra los de abajo, de múltiples formas, hasta llegar a encadenar sus libertades. y su vida.
 
 Y en el curso de la Historia, solo ha habido una forma de liberarse de las cadenas. Y no ha sido nunca con flores, con pacifismos vacíos, con palabrería barata ni con manitas al sol. Jamás nadie ha conseguido la libertad suplicándola.  

Bien claro lo tuvieron ya en Francia hace muchos años (también en todas aquellas sociedades que han roto sus cadenas: en Rusia en 1917, en México en 1910, en China, en Cuba, en las colonias europeas en los años 50-60, en Vietnam, en Argelia, etc. Con eso termino esta reflexión que me gustaría fuera ampliamente debatida. Vale la pena pensar sobre ello.  

"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo la insurrección es para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes"


Discurso de Robespierre en la Convención Nacional en 1792 y
Artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1793

2 comentarios:

  1. Jesús Díez Aranda5 mar 2012, 18:48:00

    Muchos hablan de la violencia del caudal del río sin darse cuenta siquiera de la violencia del cauce que lo oprime.

    Bertold Bretch.

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  2. Muy buena cita de Brecht, que resume el post. Gracias Jesús.

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