30 may 2016

El circo de cinismo e hipocresía de Albert Rivera en Venezuela.

En España estamos saturados. No hay informativo en el que no se hable de la situación de Venezuela. De las colas en Venezuela. De la "represión" en Venezuela. Venezuela, Venezuela, Venezuela. Parecería que vivimos en el paraíso, en un país sin problemas, sin un 21% de paro y un 28,4% de tasa de pobreza, que podemos dedicarnos a hablar de la situación de otros países. Y cuando digo a "hablar", me estoy refiriendo a intoxicar, tergiversar, manipular y contar una historia prefabricada, inventada, que nada tiene que ver con la realidad del país caribeño.

Que Venezuela tiene problemas, es un hecho. ¿Acaso existe país que no los tenga?. Que en la televisión y la prensa española jamás se analiza de dónde vienen los problemas que tiene Venezuela, también lo es. El resumen, a modo de propaganda, repetida por el método formulado en su día por el nazi Goebbels, es repetir unas cuantas mentiras que, repetidas día tras día, acaban calando en la sociedad española: Venezuela es una dictadura, un país sin libertad, donde se mete en la cárcel a la gente por pensar diferente, donde hay desabastecimiento por culpa del Gobierno de Maduro. Y para de contar. 


En ningún momento se analiza las razones del desabastecimiento. Tampoco se explica quién es y qué hace la oposición venezolana de derechas. Ni se dan opiniones que rechacen los puntos que acabo de comentar: Es un diálogo de besugos donde todos hablan de lo mismo y opinan igual. Un despropósito.

Fruto de ello, el petrimetre del partido de derechas Ciudadanos, Albert Rivera, en horas bajas debido a los casos de financiación más que dudosa y a su excesiva ambigüedad, ha visitado Venezuela para poder así ser comidilla en las tertulias y salir en las TV. Ya que Venezuela es la noticia más destacada desde hace semanas, tanto que ha habido días donde los cuatro periódicos de mayor tirada en España han abierto sus portadas con Nicolas Maduro, qué mejor que iniciar la campaña electoral española en Caracas. Y así lo hizo. Para cualquier persona mínimamente cuerda, lo que pasa en España es grotesco y de frenopático, que los informativos de un país con un 21% de paro, con una falta de acceso a la vivienda y a un trabajo con un digno por parte de la juventud, con estudiantes teniendo que dejar los estudios por no poder pagarlos, que un país donde el salario mínimo te hace elegir entre comer y pagar la vivienda, muestren como problema más importante Venezuela es, simple y llanamente, de locos.

Y allí fue nuestro Hernán Cortés del siglo XXI, a decirles a aquellos "sudacas rojos" como se construye una verdadera democracia, que ellos no saben, invitado por la derecha venezolana. Igual Tintori tuvo tiempo de explicarle como mataban a civiles sus partidarios en 2014, colocando cables cortantes o cómo se mata a policías en una protesta y que la prensa capitalista te siga llamando "manifestante pacífico"

Nada más llegar, la primera en la frente: Casi un centenar de micrófonos le recibían en la "dictadura venezolana" en la que según él, no hay libertad de prensa, a pesar de que el 80% de los medios venezolanos son de derechas y contrarios al Gobierno. Eso sí, cuando una periodista venezolana quiso hacerle preguntas incómodas, el equipo de seguridad de Rivera impidió a la periodista poder realizar su trabajo. El equipo de Rivera, no el "régimen de Maduro".







Primeras contradicciones de Albert Rivera en Venezuela. No serían las únicas. Ciertamente, todo el viaje en sí, lo fue. Albert Rivera, sin ningún tapujo, y olvidando que vivimos en la era de la comunicación global, defendía en Venezuela, una y otra vez, aquello que niega en España.

Empezó a hablar de "diálogo" en Venezuela, de usar las vías del diálogo. Ese mismo diálogo que el rechaza para solucionar el conflicto vasco en Euskadi, alineándose con las tesis más ultras de la derecha española.

Después, para seguir con el circo, Rivera defendió la Constitución venezolana. Alguien debería haberle informado de que dicha Constitución fue promulgada por Hugo Chávez. Y lo hizo desde la tribuna de la Asamblea Nacional venezolana, curiosa dictadura la de Venezuela, que no sólo permite a derechistas tener el control del órgano legislativo, sino que además permite que Albert Rivera, un extranjero, hable en su tribuna y se inmiscuya en asuntos internos de un país soberano, con el rechazo del Gobierno. ¿Se imaginan a Maduro participando en el Congreso español? Es más, aceptando la falsa tesis de que Venezuela es una dictadura ¿imaginan que con Franco hubiera venido Mitterrand o un líder de la URSS a denunciar lo que pasaba en España? Claro, que para que el paralelismo fuese posible, el PCE debería controlar las Cortes franquistas, algo imposible porque estaba ilegalizado, como todos los partidos, algo que no sucede en la "dictadura" venezolana. Cualquiera con un mínimo de raciocinio y sentido común, ni siquiera discutiría que Venezuela es un país plenamente democrático. Incluso más que España, donde hay 5 partidos ilegalizados (todos de izquierdas). En Venezuela, ninguno.




Ni corto ni perezoso, defendió el referendum revocatorio con estas palabras: "¿Quién teme a las urnas?". Curioso como Albert Rivera, que siempre ha negado al pueblo catalán la posibilidad de un referendum o consulta y despreciado a sus partidarios, en Venezuela defienda un referendum revocatorio y las urnas, urnas que no apoya ni para una consulta catalana ni tampoco para elegir el modelo de estado en España, ni siquiera para que se introduzca la figura del revocatorio en el régimen español.

Estas contradicciones vergonzantes serán constantes, como señalo, durante el viaje para pescar votos en España de Albert Rivera a Venezuela. Después reclamó democracia y que se respete a los que piensan diferente, olvidando que en Venezuela estaba ante una Asamblea controlada por lo que piensan diferente. Él, que en España apoyó la condena a cárcel a dos cómicos que hacían una obra de títeres. Sin la más mínima vergüenza, reclama en Venezuela lo que siempre ha negado en España.

Luego tocaba llorar un poco delante de las cámaras: Qué nadie vaya a decir que nuestro Albert no es una persona sensible. Siempre, tras escuchar testimonios de los invitados que le brindaba Lilian Tintori, que relataban lo mucho que se reprime y el hambre que pasan los venezolanos (sería algo más creíble si el encuentro se hubiera realizado en un barrio popular y no en el lujoso Hotel Palace de Caracas y quien hablase fuese una señora en los huesos y no alguien con un considerable sobrepeso). Albert, cámaras mediante, empezó a llorar.

No deja de ser curiosa la sensibilidad de nuestro petimetre ante la supuesta falta de libertades en Venezuela, mientras ha apoyado abiertamente la condena a cárcel de Alfon, de Bódalo o de manifestantes de diversas protestas en España. Más curioso, si cabe, cuando Ciudadanos ha rechazado la derogación de la Ley Mordaza en España en muchos ayuntamientos, que impide grabar la actuación de policías, algo completamente legal en la "dictadura venezolana".

Más curiosas y de cocodrilo son las lágrimas de Rivera ante los testimonios de "supuesto hambre" que narraban las opositoras venezolanas, cuando Ciudadanos nunca ha estado en España en los desahucios que ejecutaba el Estado contra trabajadores en paro, ni nunca ha ido a las colas de caridad en España a llorar por lo que provocan las políticas capitalistas que defienden. Muy al contrario, Ciudadanos tenía de gurú económico a Garicano, que era consejero de Liberbank, el banco que más desahucios ejecuta en Asturias. Nunca vimos a Albert Rivera ir a un entierro de los muchos españoles que se quitaron la vida antes de verse desahuciados, ni siquiera derramar una lagrimita por ello.


Parece que a Albert Rivera, en vez de preocuparle el 28,6% de pobres que hay en España pasando verdadera necesidad, le preocupan más los testimonios que escucha en Venezuela. ¿Y por qué no te presentas a las elecciones allí, Albert? Y digo testimonios, porque solo escuchó los de la clase alta y los de la oposición venezolana -valga la redundancia-. En ningún momento salió, según el Confidencial, de zonas de clase alta de Caracas. Dudosa forma de comprender la realidad del país. Bien podría haberse reunido con las víctimas de las protestas de 2014, algo que rechazó hacer, motivo por el cual, estas, sacaron un comunicado reprobándolo.





Después, el alcalde de Chacao, del partido de Leopoldo López, le organizó un tour a Albert Rivera por la zona para que Antena3 grabase un encuentro con gente ligada a la oposición como si fuese un encuentro espontáneo con ciudadanos. Recordemos que en este viaje lo importante no es lo que pasa, sino lo que parece que pasa. Se trata de ganar votos en España, cueste lo que cueste, y salir en TV.









Fijense que en todas las fotos está el alcalde opositor, no vaya a ser que se cuele un chavista.


Y para concluir el tour, visita a Ramo Verde, a visitar al "preso político", Leopoldo López. No me voy a extender sobre quién es este golpista y criminal, santificado por la prensa española. Hace tiempo escribí un artículo sobre ello, para aquellos que tengan interés. La visita no se hizo con el procedimiento que exige el Estado venezolano, siendo un preso que tiene un régimen especial y, obviamente, a Albert Rivera no se le permitió la entrada, aunque sí hablar por teléfono. Cosa que motivó su protesta. Atentos a sus palabras


 


Albert Rivera, que miente, debería informarse de lo que es el régimen FIES, en la democracia española. Informarse de lo que pasa en las prisiones de España. ¿Abrió su boca cuando a Ángela Davis, que sí pidió permisos, al contrario que tú, se le impidió el acceso a la prisión de Logroño para visitar a Otegi?

¿Por qué no aprovechó el señor Rivera la visita para pasar por Colombia a denunciar la muerte de decenas de niños de hambre, algo denunciado incluso por la cantante Shakira?


¿Cuántas veces ha denunciado el partido de Albert Rivera las violaciones de DDHH en Arabia Saudi, donde se crucifica y decapita gente? Pues parece que ninguna.




Y es que Rivera es eso: Postureo, humo, vender motos, discurso facilón y oportunismo electoral de un partido de derechas que en España llega a superar en lo reaccionario al PP. Que tiene la desvergüenza de defender en Venezuela lo que nunca ha defendido y siempre ha rechazado en España. Capaz de afirmar en una entrevista distendida con la prensa más marrón del periodismo español, OKDiario, que las dictaduras tienen "paz y orden", y que Venezuela es peor que una dictadura. Debe ser que hay rojos y esas cosas que tan poco te gustan Albert, tú, que te saliste de una votación contra el franquismo en el Parlament de Cataluña, sin que se te cayese la cara de vergüenza.


Y es que si hay una palabra que defina el viaje de Albert Rivera es, precisamente, esa. Vergüenza. Una auténtica vergüenza.